martes, 27 de marzo de 2018

Carta para mi amiga Ann

Esta carta está dedicada a mi amiga Ann que está a días, horas tal vez, de dar a luz a su primer hijo, en Londres, al otro lado del océano. Va también para todas las mujeres que vayan camino a vivir una experiencia que las atravesará para siempre, como es la de parir.

Mucho de lo que comparto acá lo aprendí en mis clases de gimnasia para embarazadas con Vero Macri. Experiencias de esas que te quedan para la vida.

Una de las cosas que sabía de parir era que dolía, pero que el dolor se olvidaba al ver al hijo por primera vez, y que por eso las mujeres volvían a quedar embarazadas. La naturaleza es sabia.

Lo que no sabía es que las mujeres somos tan fuertes. Que nos empoderamos unas a otras cuando estamos dispuestas a escucharnos, a acompañarnos y a dejarnos acompañar.

El dolor es una parte, pero no es todo. Las contracciones son las olas que vienen y van, pero que acercan a tu bebé, como dice Vero. Así que ¡no tengas miedo! que vas a poder.

Disfrutá mucho este momento Ann que, más que nunca antes, lo mejor está por venir.

Esta carta se lee escuchando:
Noctiluca, de Jorge Drexler. Y si habré llorado escuchándola, pero con el corazón colmado de esperanza mientras soñaba con quedar embarazada.
Sin miedo, de Rosana. Subí bien el volumen y bailala con Richard (acá va el nombre del marido de cada una : ) en el medio del living sabiendo que lo mejor que podés hacer es ir a parir con este espíritu.
Al nacer, del Dúo Karma. A ellos los descubrí eligiendo música para escuchar con Hilario. Esta canción cuenta bastante de lo que sentí durante meses largos después del nacimiento. El mundo, el universo todo, de repente entraba entre mis brazos.
Cuídame, de Pedro Guerra y Jorge Drexler. Me llena de ternura esta canción y quisiera cantársela a cada mujer y cada hombre que estén pensando en interrumpir un embarazo.

Las imágenes que ilustran este posteo son todas capturas de pantalla del video de la canción Transparente, del Dúo Karma. Son ilustraciones hechas por ellos que me encantaron cuando las vi y por eso las comparto. Siento que tienen los colores que pintan mi mundo por estos días con un bebé de un año que disfruta mucho de la música. ¡No dejen de ver su video!



Decir amor no alcanza

Estás a punto de ser protagonista de un momento que nos une a las mujeres desde hace miles de años: parir.

No importa qué hayas hecho hasta ahora, ni qué elijas hacer mañana. No importa en qué lugar del mundo vivas. A partir del nacimiento de tu hijo vas a empezar a cumplir el rol más importante de toda tu vida. Habrá días en que no lo veas tan claro, pero al final del día sabrás que es así. 

Vas a revivir sabores de tu infancia que hasta hoy vivían en los recuerdos, pero que se colarán en tu cocina cuando tu hijo empiece a comer. Te vas a esmerar para poder recuperarlos a tu manera.

Los olores de la casa de la abuela, la cocina de tu mamá.

Disfrutarás del dulzor de la zanahoria y de la calabaza como si las probaras por primera vez en tu vida.

Rallarás una pera que será motivo de celebración.

Serás experta en pelar manzanas y pisar bananas en cámara rápida, y harás miles de ejercicios juntos aunque tal vez no encuentres tiempo para hacer gimnasia. 

Vas a cantar, aunque desafines, porque tu bebé te escuchará deslumbrado y feliz.



Un embarazo, la llegada de un hijo, es una oportunidad única de escribir la propia historia. Un hijo te conecta como nada antes con tu niño interior. Vas a jugar, a saltar, a cantar, a inventar historias, canciones y a repetir lo que descubras que lo hace reír. No importa si es hacer caras locas o una carpa con los pies y las manos en el piso para mirarlo al revés.

Vas a hablarle a los pajaritos y a invitarlos a que se acerquen a la ventana.

Todos los días serán una oportunidad de generar recuerdos de esos que uno quiere guardar para toda la vida. 

Se te va a grabar en la piel la temperatura de su cuerpo envuelto y apoyado sobre tu pecho apenas nacido, y en un tiempo vas a preguntarle dónde está tu bebé recién nacido, a un bebote que balbucea y sonríe. 

Vas a guardar para siempre su mirada y su carita cuando te escuche por primera vez desde afuera.

Vas a llorar también. De repente, porque sí, sin saber por qué. 

Tendrás miedos, tendrás dudas y de a ratos sentirás que no podés. Pero tu hijo irá mostrándote cómo ser mamá. Los dos habrán de aprender, aunque él corra con ventaja. Vos hoy te lo imaginás pero él a vos ya te conoce. 

Sabe cuándo estás enojada, cómo cambia el ritmo de tu voz, de tu respiración, de tu corazón. 
Te conoce feliz y sabe cómo suena tu risa. ¡También la de su papá!



“No me quedo nunca más solo”, dice Vicentico en su canción. Yo digo que decir amor no alcanza para expresar lo que se siente por un hijo.


Por momentos estarás agotada, cansada, mal dormida y despeinada.


Habrá ratos en los que no sabrás qué hacer y en los que todo te dará miedo. Y habrá otros, la mayoría, en los que te sentirás poderosa, capaz de todo, expandida y más misericordiosa. Será cuando mires el milagro que se mueve, ya no dentro de tu panza, sino en su moisés o en el medio de su cama.

Sentirás la responsabilidad gigante de cuidar de un hombrecito que crecerá muy rápido. De respetarlo como si fuera un adulto aunque sea tan chiquito que pueda dormir sobre tu pecho.

Pero lo que más vas a sentir es alegría y gratitud.

Disfrutarás de saber que sos la persona favorita en el mundo entero para un ser que se calmará con solo escuchar tu voz y sentir tu cara cerca de la suya.

Te quiero mucho Ann. 
Disfrutá. Bailá. Sonreí y confiá, que estás a punto de conocer al amor más grande de toda tu vida.

Con amor,
Juli