jueves, 30 de agosto de 2018

No llores mami

Hay cosas que es fácil decir cuando todo va bien. Pero cuando el camino se pone cuesta arriba y la vida duele, se ponen en juego las creencias, el "todo bien" se cae a pedazos junto con la sonrisa social y hay que volver a elegir cómo vivir lo que toca.

Como dice esta canción de la que apenas conocía el estribillo por arriba, LAS COSAS TIENEN MOVIMIENTO. La vida es eso, aún cuando parece que no pasa nada, aún cuando el botox intente negarlo.

Hace tres años escuché desde adentro las tres palabras que titulan este posteo. Fueron el regalo de cumpleaños que más paz me dio en la vida, cuando me desperté en el silencio de la madrugada llorando de tristeza por lo que no había sido. Y entonces volví a dormir. Con los brazos vacíos pero el corazón abrigado en un abrazo enorme.



Siempre hay consuelo. La tierra vuelve a brotar, llega aire nuevo y la vida sigue aunque de otra manera. Lo lindo es lo que perdura. El dolor no desaparece pero se convierte y a la larga da sus frutos. Aparecen las flores. Y llega el día en que por ahí alguien que mira desde afuera no entiende tanta felicidad. Es la alegría profunda, la gratitud encarnada en el cuerpo de alguien que llegó a sentir que ese hijo tan deseado tal vez nunca llegaría.

Y como me pasa mucho últimamente, cuando me toca atravesar algo nuevo pienso qué me gustaría enseñarle a Hilario sobre eso.

Hoy quisiera que sepa que en la vida SIEMPRE HAY QUE SEGUIR, NO BAJAR LA GUARDIA, siempre seguir. Aunque haya días en los que dude y se pregunte qué estamos haciendo acá.

Ojalá esto que escribo pueda servirle a quienes sueñan con convertirse en mamás o serlo otra vez.

miércoles, 1 de agosto de 2018

Yo elijo ensalada de frutas

Resulta que tengo un trabajo que me lleva a observar bastante a las personas, a estar atenta a lo que dicen cuando hablan, y a lo que dicen también cuando prefieren callar. No soy adivina eh. Se trata solo de estar abierta, en modo receptivo.

Hoy comunicamos que a partir de ahora sumamos un nuevo beneficio: tener fruta en la oficina una vez a la semana.

Lo dimos a conocer, fueron apareciendo los cajones con fruta por los distintos sectores, y al rato salí a hacer una recorrida para tantear cómo se recibía la nueva propuesta.

Siempre trato de recoger las repercusiones de las acciones que hacemos. Y me gusta escribir las conclusiones para mejorar la vez siguiente, o para cambiar. Trato de no hacer las cosas porque sí. Me gusta así.

Y el aprendizaje de hoy fue cómo donde unos ven carencia, otros ven la oportunidad de la abundancia.

Las reacciones fueron varias.

-¡¿Una fruta por persona?!, decía una desde la punta, con sonrisa y tono de "me estás cargando".
-No, están haciendo la prueba. Después seguro que traen más días. Le respondía una compañera, dándolo por hecho.

Yo las miraba y explicaba que esta acción que veían muy chica tenían que multiplicarla por todos los que somos en la empresa, como para tomar dimensión. Y seguía viendo reacciones. La gente se iba acercando al cajón de frutas, en general sorprendida y contenta.

-Pero el canasto parece muy vacío. comentó alguien en otro sector.
-¡Gracias Juuu! me gritó otro cuando pasé, mientras masticaba una manzana a boca llena.

Seguí caminando y escuché otro ¡gracias Juli!. Respondí con un ¡de nada, esto lo hicimos varios! y seguí. Pero no. Esa persona me siguió y me dijo que quería darme un beso.

También estuvieron quienes respondieron el mail que mandé para comunicarlo. "¡Grosooo!", "¡Gracias! : )", "me re copó esta idea", "espectacular", "increíble", estuvieron entre las respuestas. Y también hubo quienes se preocuparon por sus compañeros que no estaban en ese momento porque trabajan a la tarde.

Seguí mi recorrido. Llegué hasta la planta baja y ahí me contaron que tenían pensado hacer ensalada de frutas. Aprovechando la variedad que había, una de las chicas lo propuso y todos aceptaron. Iban a juntar bananas, manzanas verdes y rojas, naranjas, peras y mandarinas para hacer un postre rico y saludable. Así, todos iban a poder comer un poco de cada fruta.

Les dije que me parecía excelente su idea y subí hasta mi escritorio en el primer piso, sonriendo.

Me dejaron pensando.

Cómo donde unos ven carencia, otros ven la oportunidad de la abundancia.

Es impresionante cuánto podemos aprender sobre nosotros mismos, viendo a los demás.
Inevitable fue preguntarme : ¿y yo quién quiero ser en esta oportunidad?, plagiando al coach del curso tremendo que estoy haciendo por estos días.

Y claramente yo quiero ser de las personas que son capaces de ver lo bueno de las cosas.
De las personas que agradecen. Las que saben recibir. Las que sonríen a los demás cuando reciben.
Las que no pierden la capacidad de asombro. Las que se animan a frenar, a mirar al otro y a darle un beso cuando lo sienten. Las que ven las oportunidades. Las que multiplican. En fin. Yo quiero ser de las que hacen ensalada de frutas.