jueves, 22 de octubre de 2020

Pura inspiración: cosas que no haríamos en la vieja normalidad (si esa referencia existe)

Hoy fue la primera jornada del 7° DArA ID, edición 2020, virtual, claro. 

Un lujo escuchar a referentes de la arquitectura, el interiorismo y el diseño. Siento que me infiltré en un evento exclusivo de gente que se conoce y se saluda con familiaridad en el chat de You Tube. Es como estar en una masterclass de la Facultad de Arquitectura, o en un congreso internacional. Calladita, escuchando, tomando nota. Periodista. 

Eventos de la calidad del de hoy, que sigue mañana y quedará grabado en el canal de DArA, me inspiran, me cargan de energía, me dan ganas de aprender, de crecer, de hacer, de conectar con el talento y la creatividad, siempre. Y desde ahí construir, con dedicación y trabajo. 

Este encuentro refleja la calidad de lo que se puede producir en la Argentina en conexión y contacto respetuoso con el mundo. 


La sensación de pura inspiración se va instalando mientras el arquitecto brasileño Ángelo Bucci habla de "una arquitectura para ver con los ojos cerrados, porque la mirada no abarca el edificio, y uno comprende la totalidad aunque no lo ve, como pasa con una ciudad". Y suma: "Lo que me gusta de la arquitectura es que nos acerca a todo lo que el mundo adulto nos aleja. Recupera las memorias de la infancia".     

Capturas de la recorrida por la casa de Laura Ocampo, quien preside DArA, remodelada por el arquitecto Juan Bautista Firpo que, según cuenta su dueña "le dio al interior una modernidad que la casa no tenía".
"Todo el interior es un poco este juego de clásico y moderno. Yo soy bastante irreverente... me gusta siempre empujar las cosas hacia otro lado del que uno espera que sean". 



Este es un detalle de un subsuelo que mostró Ángelo Bucci en su charla y explicó que parece que la columna está fuera del centro de la pared pero está en el centro de gravedad de la losa 


Terminé de escuchar la charla de la arquitecta mexicana Frida Escobedo, con ganas de volver a hacerlo desde el principio. Joven, original, talentosa, parada en un lugar diferente al del ego. Repensando qué aporta a su tiempo desde su rol y su profesión, a través de sus obras. Y todo sin decirlo, dejándolo ver. 


"Las posibilidades de generar espacio no tienen que ver con la cantidad de metros cuadrados que construyas, sino más bien con la calidad del objeto y la calidad del espacio". 
"Hay que dejar un poco la idea de que el arquitecto es una persona que genera estilo porque eso nada más está validando un gusto de un grupo en el poder, y eso es muy peligroso. Creo que eso hay que empezar a cuestionarlo", Frida Escobedo. 

Me quedo con ganas de seguir escuchando, atraída por la belleza de lo que veo. De repensar mi casa también y cómo vivimos los espacios. 




martes, 20 de octubre de 2020

El plano secuencia de la vida real

Si Un lugar llamado Notting Hill se hubiera grabado en 2020 en vez de en 1999, es muy probable que Hugh Grant, además de esquivar puestos de comida y de flores en el plano secuencia más lindo que vi jamás, en algún momento aparecería sacando su smartphone del bolsillo, desbloqueando la pantalla y revisando la nada, como hacemos casi todos. 


En una caminata en la calle, William Thacker atraviesa las cuatro estaciones, transcurriendo la vida extrañando a Anna Scott.  


Lo veo y me veo caminando la cuarentena eterna en la que estoy inmersa hace ya no llevo la cuenta cuanto. El conteo de los días no me dice nada, como sí lo hace el proceso que significa atravesar este tiempo crudo de encuentro frontal con lo que hay. Y lo que no. 
Todo lo que se despertó con el encierro, el aislamiento, la distancia y el hecho de guardarse. Lo que afloró, lo que desbordó haciendo volar tapas que estaban cerradas a la fuerza y que servían para sostener algunos vínculos que empezaron a crujir o, por el contrario, se fortalecieron.  

Disponible y en línea para mí, acá conmigo primero y con quienes están presentes. 
Mirando hacia abajo, pero porque voy pensativa, tal vez, y no escrutando la pantalla de luz azul, mirando sin ver la vida de los otros haciendo scroll down, llenando mi cabeza de imágenes varias que ni siquiera sé cuáles serán.
Ocupando lugar en mi capacidad limitada de exposición al entorno.
Llena de deseos que mi cerebro no llega a registrar pero se instalan, alimentando un engranaje que me aleja de mí. 
Dispersa sin saber qué estaba buscando al desbloquear esa pantalla, porque seguí un estímulo y terminé haciendo algo más.
Ruidosa desde adentro, autómata, en serie, imitada imitante imitando.
O no más. 

Dispuesta a recuperar ese día a la semana que se va en la pantalla a la nada, dividido en tres horas y media, promedio diario, que arroja la misma pantalla que vuelvo a desbloquear.