miércoles, 26 de diciembre de 2018

Pesebre

La Virgen no se preocupó por relatar la experiencia de llevar a Jesús en su vientre, de haber sido elegida para ser la madre de Dios. 

María no salió corriendo a contarlo. Guardó en su corazón lo que vivía y dijo un rotundo sí al pedido de Dios.  

A lomo de burro recorrió 120 kilómetros desde Nazareth hasta Belén, con José que caminaba adelante llevándolo a tiro mientras intentaba conseguir un lugar donde los alojaran.

*
Nadie los quería. No había lugar par ellos. Nadie los elegía. 
No eran poderosos. Nadie los seguía. 

Al fin encontraron un pesebre.
Un portal donde entre pajas dormían los animales, fue la cuna del Niño Dios.  
Un lugar que no pega con parir, fue el que eligió Dios para venir al mundo.

Y fueron humildes pastores los primeros en ser llamados a ese portal donde un bebé recién nacido iluminaba a su madre y a su padre, que los cuidaba y procuraba que nada les faltara, en un lugar donde no había nada. 

Hoy es Navidad.
Es el día del nacimiento de Jesús. Día de fiesta para los cristianos. 

Celebramos que tenemos un Dios que viene para todos.
Un Dios que se hizo hombre y por eso gozó y sufrió la existencia en este mundo.
Un Dios que hace nuevas todas las cosas, desde el silencio del corazón.

**

Hay años mejores y años peores. 
Hay navidades que nos encuentran preparados y serenos, conectados con lo que vivimos, y otras que no.
Hay advientos y advientos. 
Hacemos lo que podemos.
Y más allá del esfuerzo, que a veces da sus frutos, nunca será acabado, óptimo ni perfecto lo que hagamos, por más filtros y expectativas que pongamos. 

Disponer el corazón parece ser la clave.

Que sea Jesús el que hable. Que sea Él quien haga. Que todo el año podamos vivir de la sorpresa de que tenemos un Dios que quiso ser un bebé recién nacido en un pesebre perdido en una noche de Belén.  

Feliz Navidad.

*esta imagen me la "regalaron" por Whatsapp. 
**este es nuestro pesebre en una foto de Adviento.   

miércoles, 12 de diciembre de 2018

Mi arbolito feng shui

Este año "estrenamos" árbol. Las comillas responden al hecho de que no lo encontramos en la góndola de Alparamis sino en Mercado Libre después de aplicar el filtro de usado.

Antes de seguir freno a aclarar que no soy tan abierta como podría parecer.

Estoy casada con alguien más abierto que yo (gracias a Dios), que básicamente se dedica a llevarme a explorar los límites de mis creencias y juicios aunque sin hacer demasiada alharaca, para que yo no me oponga. Un estratega, digamos.

Nuestra primera Navidad casados fue él quien compró el arbolito. Medía unos 60 centímetros desde la base hasta la punta. Lo decoramos con amor en nuestro primer departamento en la calle Monseñor Alberti, en San Isidro. Fue al lado de ese árbol que empezamos la tradición de la foto navideña, empujada por mí.

Cuando nos mudamos a nuestra casa creo que lo tuvimos dos años, hasta que mamá me pasó su árbol cuando decidió renovarlo. Costaba armarlo, era como un Tetris. Le faltaban ramas pero conservaba su encanto. Así fue que decidí regalarle nuestro primer árbol a una amiga. El último enero, cuando llegó el momento de guardar las cosas de Navidad, decidí que el árbol heredado también había cumplido su etapa en casa y en vez de guardarlo lo tiré. Marie Kondo y "La magia del orden" había empezado a hacer mella. Sabía que la decisión me obligaba a encontrar otro ejemplar para esta Navidad.

Hace poco vino mi marido con la buena nueva de que había encontrado un árbol en Mercado Libre y que lo había comprado. Yo no estaba para nada convencida, aunque tampoco me va la idea de gastar miles de pesos en un árbol de plástico. Me coparía salir al bosque a cortar uno y entrar muerta de frío al living mientras nos sacudimos la nieve -pero no- nuestra Navidad es en verano porque estamos en el hemisferio sur.

Ayer mi marido buscó el árbol y pasadas las 12 de la noche nos pusimos a armarlo como dos chicos.




Sé casi nada de Feng Shui pero me quedó la idea de que los objetos tienen su propia energía, y que esta puede renovarse. Lo que a uno ya no le sirve, porque no lo necesita, no lo quiere o ya no le gusta, si queda en casa pasa a convertirse en un objeto que ocupa lugar y absorbe energía que en vez de revitalizar a las personas, las estanca. Si ese objeto pasa a otro que lo pone en valor, la energía se transforma y renueva.

De este arbolito sé que era de una señora que estaba buscando una opción más fácil. Ya no tenía ganas de decorar rama por rama. Así que de yapa vino con animalitos del pesebre -que ya están entre los animales de Hilario-, una corona para la puerta -que regalé- y adornos lindos que volvieron a lucirse. Todo lo que no quise, ya salió de casa. Nada de guardar "por las dudas" porque "tal vez lo necesite" o "tal vez me arrepienta". Afuera.

Sé poco y nada de Feng Shui pero estoy experimentando que me gusta andar más liviana.

Este post va dedicado a mi marido que escucha mis quejas cuando compra árboles navideños usados, hasta que encuentran nueva vida y sentido en nuestro hogar. Así que gracias.

En la foto Hilario arrancando adornos navideños que revolea contra la pared al grito de "gol" mientras levanta los brazos festejando.


sábado, 6 de octubre de 2018

Lo que hay

Este posteo es personal. Así que si te aburre, ¡ni lo intentes!

Hace días que tengo ganas de sentarme a escribir sobre la AUTENTICIDAD. Así se explica la foto que acompaña este posteo que siento que grita el título de lo que quiero escribir: Lo que hay.
Así, foto movida y hablando. Muy Juli.

Me gusta hablar y gesticulo mucho cuando lo hago. Algunos por acá lo saben de memoria.


En otro momento creo que hubiera comenzado por revisar la definición de la RAE para ver qué dice sobre la autenticidad, pero no, mejor voy a arrancar por qué me dice a mí hoy esta palabra larga y potente.

Siento como si estuviera cruzando un arroyo de esos que cortan las sierras de Córdoba, buscando las piedras que me permitan llegar al otro lado sin caerme entera al agua. No me importa salpicarme, que se me arruine la ropa ni mojarme los pies. Que se me moje el pelo tampoco, aunque me queda bastante mal porque tengo tres pelos locos. Me veo a mí misma con los pantalones arremangados y divirtiéndome en el intento. Solo quiero no cortarme el pie y que me arda, por ejemplo. Preferiría evitarlo.

Hace muy poco cumplí 39. La mayoría me saludó contenta y algunas personas casi me dan el pésame porque "te falta poco para los 40". Me quedé pensando. No voy a decir que no me genera nada porque hay tanto alrededor de "los 40" que empiezo a mirar a ver de qué se trata, aunque en el fondo me resulte una idiotez. Y sepan disculpar quienes me dieron el pésame y puedan estar leyendo estas líneas.

Debajo de esa preocupación por cumplir 40 años intuyo varios mandatos: hay que ser siempre joven. No hay que tener canas ni arrugas. Hay que parecer joven también. Todas utopías que nos quitan tiempo y energía, dos recursos valiosísimos.

Siempre disfruté toparme con personas más grandes que irradian luz y energía. Por lo general son personas de risa fácil y con una capacidad grande de reírse de ellas mismas. Otra cosa que las caracteriza es que se las ve disfrutar. Aprendieron. También mantienen una frescura que no se ve mucho y que no es propia de la juventud desde el momento en que está lleno de gente joven que envejeció prematuramente. "Yo ya estoy vieja para esto", escucho. Y siento cómo los años se les caen arriba (porque se los tiran ellos sobre sí mismos) cuando se autoconvencen de para qué están y para qué no. Y hablo sobre todo de actitud. Obvio que no es lo mismo proponerse escalar el Aconcagua a los 25 que a los 60. Pero no estoy diciendo que sea imposible a los 60 y que el logro esté garantizado a los 25. Ni loca. Implican distintos planes, tiempos y concesiones, eso seguro.

Hace un año y medio fui mamá. Gran revolución. Increíble momento de barajar con cartas nuevas, dar de nuevo y ver cómo se acomodan, y cómo resurgimos después de semejante tsunami de amor y gratitud, y también de cansancio y de relegar tiempo y dedicación a una misma.

Puede que sean los 39, puede que sea Hilario en nuestra vida, puede que sea todo junto, el punto es que quiero ver qué hay y quiero ser más eso si es que me gusta lo que encuentro cuando termine de desempolvar las estanterías de mi interior. Y trabajaré para cambiar lo que vea y no me guste. Lo que no voy a hacer es como si aquí no hubiera pasado nada. Porque pasa, porque estoy un poco cansada de los moldes alquilados o comprados en los que es cómodo moverse, o no, pero lo hacemos. Uniformarse, pensar como se debe y decir lo que es atinado. Copiar, en la vida y en Instagram que me tiene un poco asqueada. Buscar fervientemente pertenecer y agradar.

Está buenísimo agradar pero ¿saben qué? no se puede siempre ni todo el tiempo. Y lo bueno es que tampoco hay que buscarlo. Hoy creo que el punto está en animarse al desafío de recorrer un camino lo más genuino posible, lo más cerca que se pueda a quien cada uno es. Por eso me invité a revisar las estanterías de mis creencias y posturas, de mis formas de vincularme y de tratarme a mí y a los demás, para ver con qué libros me estoy manejando, recordar o descubrir quién los escribió y repasar qué decían.

Y empezar a mirar también, aunque por ahora sea de reojo, la agenda inconsciente. Esa que no se comenta porque ni siquiera se conoce. Pero para eso todavía tengo que seguir eligiendo la piedra para dar el siguiente paso mientras el agua -como la vida-  no se detiene. 




lunes, 24 de septiembre de 2018

Música. Y de la buena

En "Intensamente", la película de Disney que trata sobre las emociones, hablan de los pensamientos centrales, esos que nos marcan tanto en algún momento de la vida, que se convierten en un recuerdo.

La memoria, los recuerdos, la construcción de la historia, siempre me hacen pensar. Qué historia nos contamos de lo que vivimos, de lo que fue bueno para nosotros y de lo que fue malo, lo que nos hizo mal o mucho no nos gustó. Qué recordamos de nuestra infancia y de nuestra adolescencia.

De la historia que nos contemos depende lo que decidamos hacer o no hoy, mañana a la mañana y también pasado. Ese relato que armamos es nuestro mundo de la vida. Define cómo vemos el mundo, grande, chico, generoso, hostil, cálido, frío, desafiante o agobiante.

La música me saca del pensamiento-dominó-que-va-cayendo. Me trae a este momento, me alegra o me entristece, siempre me conmueve. No salgo indemne. Me da ganas de bailar, de cantar, de tocar la guitarra, de llorar, de escuchar más, de abrazar, de ver a alguien, de escribir, de viajar.

 
Hace un tiempo descubrí al Dúo Karma de Cuba, y ayer fuimos a escucharlo en vivo, sabiendo que Hilario no se va a acordar concretamente de un domingo de en el que fue al teatro y pisó Buenos Aires por primera vez. Seguramente no lo cuente cuando en la adolescencia le pregunten cuál fue su primer recital. Pero yo, a mis casi cuarenta, sabía que estaba generando un recuerdo central, otro más de esos que se multiplicaron por mil desde que soy mamá.

Hablo con un amigo y me saluda desde el Jardín Japonés, al que llevó a sus tres hijos a darle de comer a los peces de colores -sobre todo naranjas- que viven ahí en pleno Palermo. Llamo a mi hermano y me cuenta que está en la calesita. Una amiga sube a Instagram una historia en la que se la ve con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en el brazo, contra la pared, jugando a las escondidas.

¡Manga de acumuladores de recuerdos centrales en los que nos hemos convertido!

   

    "Un adulto creativo es un niño que ha sobrevivido". 

Úrsula K. Le Guin

Y pensar que yo pensaba que iba a tener que dar el ejemplo y enseñar.   

martes, 11 de septiembre de 2018

Tiempo de poda

Ni la siembra ni el plantado. Los jardineros de alma bien saben que la poda es la tarea más importante para que un jardín vuelva a brotar. 

El jardín es un buen maestro si uno anda con ganas de aprender. Uno remueve la tierra, fertiliza, planta, saca yuyos, pero después hay que esperar. Es necesario que llueva, que haya sol, que las raíces se afiancen, que a la planta le guste el lugar que le asignamos, que las plagas no se instalen en las hojas y que la naturaleza haga lo suyo hasta que llegue el momento -si llega- en que la planta florezca o dé frutos. No se puede ocupar uno del jardín, sin esperanza. Para darse a esta tarea es condición necesaria tener fe. Confiar en que sucederán todas esas cosas que tienen que pasar antes de que llegue el disfrute, solo sabiendo que no dependen de uno. Cada cual espera algo distinto, aunque en general las expectativas coinciden. Todos queremos flores, frutas o verduras si es que tenemos una huerta o algunas macetas en la ventana. Esperamos lo bueno como queremos las cosas lindas de la vida. ¿O acaso alguien dirá, "espero que haya muchas malezas, que el pasto invada los canteros, que los grillos topo sequen el pasto de raíz y que el gusano minador enrosque las hojas del naranjo"? Creo que no.

Que halaguen tu jardín

A mí me alegra que cuando alguien llega a mi casa me diga que le gustan mis flores, mi cantero perenne y los que cambian con las estaciones. Esa persona recibió el regalo de mi jardín sin que yo hiciera nada. Pero antes que nada, me gusta mi jardín porque me gusta mirarlo a mí, regarlo y sentir el olor de la tierra húmeda en verano. Me alegran los regalos que se abren en los rincones, como el de los colibríes que quizás aparecen un día en que no para de llover y uno se pregunta desde dónde vienen, dónde viven y adónde van tan rápido. Cómo es que eligen un día tormentoso y gris de invierno para saltar coloridos de flor en flor; pero a veces pasa. Me gusta pararme descalza en el pasto, y a veces lo hago cuando está amaneciendo, justo en ese momento en que los miedos empiezan a disiparse a medida que el día le va ganando a la noche.

La naturaleza devuelve con creces lo que uno le da.

Nuestro jardín se llenó de pájaros cuando plantamos las primeras plantas. Empezaron a venir tímidamente, y se quedaron. Disfrutan de la sombra de las ramas en verano y se sacuden el agua de las plumas cuando llueve. Horneros, gorriones, golondrinas y benteveos lo hicieron propio.

La poda

Hace dos años plantamos cinco salvias y cuatro rosas iceberg debajo de las dos ventanas que dan al frente. Después leí que de acuerdo a las especies que uno elige, el cantero se luce más en una estación o en otra. Los míos son de otoño. Este año hice una poda tranquila en verano, y los dejé lucirse hasta bien entrado el invierno. Las plantas el año pasado aguantaron el mal trato del cemento, la pintura y las pisadas, así que decidí darles tiempo y disfrutar las flores todo lo que pudiera. Se volvieron bien silvestres mis canteros. Cuando llegó la poda me dediqué a hacerle más espacio a cada planta y decidí sacar un rosal de cada lado. Sin mucha idea, cuando armamos los canteros dejamos menos de cincuenta centímetros entre las salvias y los rosales que van adelante. ¡Error! Las salvias crecen exuberantes para arriba y hacia adelante con unas panzas grandes que lo invaden todo. Ahora esos mismos canteros tienen dos metros de profundidad hechos a pura pala y tierra removida por mí.



Si para recobrar lo recobrado,
debí perder primero lo perdido.
Si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado.

Si para estar ahora enamorado,
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado. 
Porque después de todo he comprobado,
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido. 
Porque después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido,
vive de lo que tiene sepultado.
Francisco Luis Bernárdez
El jardín es un buen maestro. Mientras que parece sabido que "hay que plantar en los meses sin R" (mayo, junio, julio y agosto), la poda no tiene tanta prensa. Salvo los amantes del jardín -que bien saben que para que brote fuerte, reverdezca y dé mejores flores, hay que podarlo con ganas en el momento oportuno- pareciera que podar no tienta tanto como plantar o como cosechar. Y después de todo es entendible. Si las flores embellecen y perfuman ¿por qué habríamos de cortarlas? mejor aguantarlas todo lo que se pueda en la planta para que sigan decorando esa ventana.

Podar, lo que se dice podar en serio, es un acto que requiere coraje. En el jardín y en la vida. 

jueves, 30 de agosto de 2018

No llores mami

Hay cosas que es fácil decir cuando todo va bien. Pero cuando el camino se pone cuesta arriba y la vida duele, se ponen en juego las creencias, el "todo bien" se cae a pedazos junto con la sonrisa social y hay que volver a elegir cómo vivir lo que toca.

Como dice esta canción de la que apenas conocía el estribillo por arriba, LAS COSAS TIENEN MOVIMIENTO. La vida es eso, aún cuando parece que no pasa nada, aún cuando el botox intente negarlo.

Hace tres años escuché desde adentro las tres palabras que titulan este posteo. Fueron el regalo de cumpleaños que más paz me dio en la vida, cuando me desperté en el silencio de la madrugada llorando de tristeza por lo que no había sido. Y entonces volví a dormir. Con los brazos vacíos pero el corazón abrigado en un abrazo enorme.



Siempre hay consuelo. La tierra vuelve a brotar, llega aire nuevo y la vida sigue aunque de otra manera. Lo lindo es lo que perdura. El dolor no desaparece pero se convierte y a la larga da sus frutos. Aparecen las flores. Y llega el día en que por ahí alguien que mira desde afuera no entiende tanta felicidad. Es la alegría profunda, la gratitud encarnada en el cuerpo de alguien que llegó a sentir que ese hijo tan deseado tal vez nunca llegaría.

Y como me pasa mucho últimamente, cuando me toca atravesar algo nuevo pienso qué me gustaría enseñarle a Hilario sobre eso.

Hoy quisiera que sepa que en la vida SIEMPRE HAY QUE SEGUIR, NO BAJAR LA GUARDIA, siempre seguir. Aunque haya días en los que dude y se pregunte qué estamos haciendo acá.

Ojalá esto que escribo pueda servirle a quienes sueñan con convertirse en mamás o serlo otra vez.

miércoles, 1 de agosto de 2018

Yo elijo ensalada de frutas

Resulta que tengo un trabajo que me lleva a observar bastante a las personas, a estar atenta a lo que dicen cuando hablan, y a lo que dicen también cuando prefieren callar. No soy adivina eh. Se trata solo de estar abierta, en modo receptivo.

Hoy comunicamos que a partir de ahora sumamos un nuevo beneficio: tener fruta en la oficina una vez a la semana.

Lo dimos a conocer, fueron apareciendo los cajones con fruta por los distintos sectores, y al rato salí a hacer una recorrida para tantear cómo se recibía la nueva propuesta.

Siempre trato de recoger las repercusiones de las acciones que hacemos. Y me gusta escribir las conclusiones para mejorar la vez siguiente, o para cambiar. Trato de no hacer las cosas porque sí. Me gusta así.

Y el aprendizaje de hoy fue cómo donde unos ven carencia, otros ven la oportunidad de la abundancia.

Las reacciones fueron varias.

-¡¿Una fruta por persona?!, decía una desde la punta, con sonrisa y tono de "me estás cargando".
-No, están haciendo la prueba. Después seguro que traen más días. Le respondía una compañera, dándolo por hecho.

Yo las miraba y explicaba que esta acción que veían muy chica tenían que multiplicarla por todos los que somos en la empresa, como para tomar dimensión. Y seguía viendo reacciones. La gente se iba acercando al cajón de frutas, en general sorprendida y contenta.

-Pero el canasto parece muy vacío. comentó alguien en otro sector.
-¡Gracias Juuu! me gritó otro cuando pasé, mientras masticaba una manzana a boca llena.

Seguí caminando y escuché otro ¡gracias Juli!. Respondí con un ¡de nada, esto lo hicimos varios! y seguí. Pero no. Esa persona me siguió y me dijo que quería darme un beso.

También estuvieron quienes respondieron el mail que mandé para comunicarlo. "¡Grosooo!", "¡Gracias! : )", "me re copó esta idea", "espectacular", "increíble", estuvieron entre las respuestas. Y también hubo quienes se preocuparon por sus compañeros que no estaban en ese momento porque trabajan a la tarde.

Seguí mi recorrido. Llegué hasta la planta baja y ahí me contaron que tenían pensado hacer ensalada de frutas. Aprovechando la variedad que había, una de las chicas lo propuso y todos aceptaron. Iban a juntar bananas, manzanas verdes y rojas, naranjas, peras y mandarinas para hacer un postre rico y saludable. Así, todos iban a poder comer un poco de cada fruta.

Les dije que me parecía excelente su idea y subí hasta mi escritorio en el primer piso, sonriendo.

Me dejaron pensando.

Cómo donde unos ven carencia, otros ven la oportunidad de la abundancia.

Es impresionante cuánto podemos aprender sobre nosotros mismos, viendo a los demás.
Inevitable fue preguntarme : ¿y yo quién quiero ser en esta oportunidad?, plagiando al coach del curso tremendo que estoy haciendo por estos días.

Y claramente yo quiero ser de las personas que son capaces de ver lo bueno de las cosas.
De las personas que agradecen. Las que saben recibir. Las que sonríen a los demás cuando reciben.
Las que no pierden la capacidad de asombro. Las que se animan a frenar, a mirar al otro y a darle un beso cuando lo sienten. Las que ven las oportunidades. Las que multiplican. En fin. Yo quiero ser de las que hacen ensalada de frutas. 







domingo, 15 de abril de 2018

Sin todo resuelto

-Me gustan las cosas lindas, pero más me gustan las cosas reales.
-¿Entonces las cosas lindas no son reales?, le preguntó él.
-No necesariamente. O sea, sí son reales porque de hecho existen, pero no sé si son tan verdaderas.
-Uh, me cuesta seguirte el hilo cuando te ponés tan filosófica. Para mí es una excusa para no ordenar nunca.
-¡Bancá!, el orden me gusta. Me encanta. Admiro a la gente ordenada y consecuente con eso. Esa que lo mantiene, no como yo que tengo ataques de orden cada tanto. Yo hablo de otra cosa, de tratar de vivir como en las fotos de las revistas, de tener una vida instagrameable. 
-¿Viste el escobillón?
-Sí, tomá. Y ya que estás juntá el montoncito que dejé ahí por favor.



Que las cosas, cuando cuestan, se valoran más. No hay vuelta que darle. 
Que donde uno pone esfuerzo, pone el corazón.
Que tenemos salud, energía y vida para hacer realidad lo que soñamos.
Todo eso me gustaría que aprendiera Hilario. Por ahora jugamos, y él nos ve. 

martes, 27 de marzo de 2018

Carta para mi amiga Ann

Esta carta está dedicada a mi amiga Ann que está a días, horas tal vez, de dar a luz a su primer hijo, en Londres, al otro lado del océano. Va también para todas las mujeres que vayan camino a vivir una experiencia que las atravesará para siempre, como es la de parir.

Mucho de lo que comparto acá lo aprendí en mis clases de gimnasia para embarazadas con Vero Macri. Experiencias de esas que te quedan para la vida.

Una de las cosas que sabía de parir era que dolía, pero que el dolor se olvidaba al ver al hijo por primera vez, y que por eso las mujeres volvían a quedar embarazadas. La naturaleza es sabia.

Lo que no sabía es que las mujeres somos tan fuertes. Que nos empoderamos unas a otras cuando estamos dispuestas a escucharnos, a acompañarnos y a dejarnos acompañar.

El dolor es una parte, pero no es todo. Las contracciones son las olas que vienen y van, pero que acercan a tu bebé, como dice Vero. Así que ¡no tengas miedo! que vas a poder.

Disfrutá mucho este momento Ann que, más que nunca antes, lo mejor está por venir.

Esta carta se lee escuchando:
Noctiluca, de Jorge Drexler. Y si habré llorado escuchándola, pero con el corazón colmado de esperanza mientras soñaba con quedar embarazada.
Sin miedo, de Rosana. Subí bien el volumen y bailala con Richard (acá va el nombre del marido de cada una : ) en el medio del living sabiendo que lo mejor que podés hacer es ir a parir con este espíritu.
Al nacer, del Dúo Karma. A ellos los descubrí eligiendo música para escuchar con Hilario. Esta canción cuenta bastante de lo que sentí durante meses largos después del nacimiento. El mundo, el universo todo, de repente entraba entre mis brazos.
Cuídame, de Pedro Guerra y Jorge Drexler. Me llena de ternura esta canción y quisiera cantársela a cada mujer y cada hombre que estén pensando en interrumpir un embarazo.

Las imágenes que ilustran este posteo son todas capturas de pantalla del video de la canción Transparente, del Dúo Karma. Son ilustraciones hechas por ellos que me encantaron cuando las vi y por eso las comparto. Siento que tienen los colores que pintan mi mundo por estos días con un bebé de un año que disfruta mucho de la música. ¡No dejen de ver su video!



Decir amor no alcanza

Estás a punto de ser protagonista de un momento que nos une a las mujeres desde hace miles de años: parir.

No importa qué hayas hecho hasta ahora, ni qué elijas hacer mañana. No importa en qué lugar del mundo vivas. A partir del nacimiento de tu hijo vas a empezar a cumplir el rol más importante de toda tu vida. Habrá días en que no lo veas tan claro, pero al final del día sabrás que es así. 

Vas a revivir sabores de tu infancia que hasta hoy vivían en los recuerdos, pero que se colarán en tu cocina cuando tu hijo empiece a comer. Te vas a esmerar para poder recuperarlos a tu manera.

Los olores de la casa de la abuela, la cocina de tu mamá.

Disfrutarás del dulzor de la zanahoria y de la calabaza como si las probaras por primera vez en tu vida.

Rallarás una pera que será motivo de celebración.

Serás experta en pelar manzanas y pisar bananas en cámara rápida, y harás miles de ejercicios juntos aunque tal vez no encuentres tiempo para hacer gimnasia. 

Vas a cantar, aunque desafines, porque tu bebé te escuchará deslumbrado y feliz.



Un embarazo, la llegada de un hijo, es una oportunidad única de escribir la propia historia. Un hijo te conecta como nada antes con tu niño interior. Vas a jugar, a saltar, a cantar, a inventar historias, canciones y a repetir lo que descubras que lo hace reír. No importa si es hacer caras locas o una carpa con los pies y las manos en el piso para mirarlo al revés.

Vas a hablarle a los pajaritos y a invitarlos a que se acerquen a la ventana.

Todos los días serán una oportunidad de generar recuerdos de esos que uno quiere guardar para toda la vida. 

Se te va a grabar en la piel la temperatura de su cuerpo envuelto y apoyado sobre tu pecho apenas nacido, y en un tiempo vas a preguntarle dónde está tu bebé recién nacido, a un bebote que balbucea y sonríe. 

Vas a guardar para siempre su mirada y su carita cuando te escuche por primera vez desde afuera.

Vas a llorar también. De repente, porque sí, sin saber por qué. 

Tendrás miedos, tendrás dudas y de a ratos sentirás que no podés. Pero tu hijo irá mostrándote cómo ser mamá. Los dos habrán de aprender, aunque él corra con ventaja. Vos hoy te lo imaginás pero él a vos ya te conoce. 

Sabe cuándo estás enojada, cómo cambia el ritmo de tu voz, de tu respiración, de tu corazón. 
Te conoce feliz y sabe cómo suena tu risa. ¡También la de su papá!



“No me quedo nunca más solo”, dice Vicentico en su canción. Yo digo que decir amor no alcanza para expresar lo que se siente por un hijo.


Por momentos estarás agotada, cansada, mal dormida y despeinada.


Habrá ratos en los que no sabrás qué hacer y en los que todo te dará miedo. Y habrá otros, la mayoría, en los que te sentirás poderosa, capaz de todo, expandida y más misericordiosa. Será cuando mires el milagro que se mueve, ya no dentro de tu panza, sino en su moisés o en el medio de su cama.

Sentirás la responsabilidad gigante de cuidar de un hombrecito que crecerá muy rápido. De respetarlo como si fuera un adulto aunque sea tan chiquito que pueda dormir sobre tu pecho.

Pero lo que más vas a sentir es alegría y gratitud.

Disfrutarás de saber que sos la persona favorita en el mundo entero para un ser que se calmará con solo escuchar tu voz y sentir tu cara cerca de la suya.

Te quiero mucho Ann. 
Disfrutá. Bailá. Sonreí y confiá, que estás a punto de conocer al amor más grande de toda tu vida.

Con amor,
Juli







   







lunes, 29 de enero de 2018

El sol no espera, ¡de verdad!

Hubo un tiempo en que pasara lo que pasara afuera, yo tenía que estar quieta, acostada en la cama, en posición horizontal. No fue hace mucho, pero se siente como si hubiera sido hace una eternidad. No importaba si era de día o de noche, mañana o tarde, si llovía o había sol. Domingo y lunes parecían lo mismo. Y eso no es para nada divertido.

Cuando todos los días son iguales, pierden su atractivo. No hay diferencia entre el tiempo de descanso y el de actividad. Y así la cosa pierde la gracia.

En esa época, los viernes seguían siendo viernes y los sábados, sábados, solo porque cambiaba el ritmo de las visitas en casa. Entonces marido no trabajaba, venían amigos y comíamos medialunas y pizza, tomaban mate (ellos y marido), y cerveza en la cama, porque yo estaba embarazada de Hilario y no toleraba el mate ni de lejos. Jugábamos a las cartas y recibíamos bebés también. Esa era la parte más linda.

Eso de que los días tengan todos el mismo gusto debe ser parecido a lo que siente un jubilado que no tiene nada para hacer. Ningún plan, ningún desafío o algo que lo motive. Ninguna visita que hacer o a la que esperar. Y aclaro que hay jubilados que tienen planes, salud y recursos para poder concretarlos. Yo quiero estar en ese bando, como la señora de estas fotos.


Hace un tiempo salió una nota en el diario La Nación (las fotos son de ahí), contando la historia de Anezka Karparkova, una abuela de 90 años que "se pasa días enteros adornando las ventanas y las paredes de las casas de su pueblo" en la República Checa.

La amo en zapatillas.

Pasaron los meses y esta historia quedó resonando, como pasa con las cosas que me inspiran. Quedan en algún lugar de mi cabeza y van armando el fondo del tapiz, que vendría a ser mi vida, como si fueran piezas. Estoy segura de que tienen un efecto en las decisiones que tomo sobre qué hacer y cómo hacerlo, aunque tal vez sea inconsciente. Las piezas pueden no tener nada que ver una con la otra, y es que mis intereses son variados, pero juntas ahí, para mí cobran sentido.

La historia de la señora me encanta. La admiro y me dan ganas de salir corriendo a agarrar el pincel y arrancar por las paredes de la cocina. Me gusta mucho mucho la combinación del azul y el blanco, como contaba hace unos años cuando escribí sobre esta escalera. Me remiten a lo religioso y directo a la Virgen María.

Hoy venía a escribir esto: que el sol no espera a nadie. Que la vida siempre sigue y fluye, como lo hacen el trabajo, las amistades, los vínculos familiares y las historias, las conocidas y sus costuras, el revés de la trama, las versiones solo conocidas por uno o el recuerdo personal de las cosas, ese que se graba en los sentidos. Esos son los recuerdos que quedan, el de las cosas y las personas que pasaron por el corazón. Lo demás es accesorio, adorno, aunque -paradójicamente- en el momento es tal vez a lo que uno más tiempo le dedica. Vaya paradoja. "Life is what happens to you while you are busy making other plans" escribió John Lennon en Beautiful Boy. Divina canción para un hijo.

 El tiempo avanza y todo lo que transcurre en él. La vida misma. Los hijos te lo cuentan con su vida todos los días. ¡Si será cierto que el sol no espera!

 Foto sacada por marido, una mañana mientras yo todavía dormía.

Pero volviendo a la señora, y a la gente grande. Será que me falta poco para llegar a los 40, que cuando encuentro a alguien que se vanagloria de su juventud, o que pone mucho énfasis en su apariencia, pienso, "guarda que la ley de gravedad nos encuentra a todos", ¿no? A veces, en nuestra cultura superficial, creemos que ser joven es en sí mismo una virtud. ¡Una locura! Amo encontrar ejemplos de gente que crece en años, se vuelve mayor, pero que tiene un espíritu joven, un alma curiosa que la lleva a animarse a vivir. Así nomás. Eso es para mí la libertad. Tengo varios cerca así que tal vez los entreviste : )

Todo lo que no se alimenta se va deteriorando, se va poniendo feo, como la ropa acumulada que no se usa, como un cuarto que no se ventila y que nadie habita. No importa que esté limpio, en algún momento empieza a oler a cerrado, falto de vida, y los colores se empastan.

Pasa con los vínculos, pasa con los hobbies, pasa con las pasiones ignoradas.
Espero que nunca me pase. Y, si me pasa, que siempre pueda encontrar el camino de la inspiración que me lleve de vuelta al principio, a querer aprender.



lunes, 15 de enero de 2018

Plegaria de la serenidad


Hay una oración que escuché muchas veces, pero recién ayer me detuve a pensar qué decía después de volver a escucharla en una serie en Netflix:  

Señor, dame SERENIDAD para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
VALOR para cambiar las que sí puedo,
y SABIDURÍA para reconocer la diferencia. 

Esta oración es parte de la Plegaria de la Serenidad, y quiero que me acompañe este año, que me encuentra pensando en los preparativos del primer cumpleaños de Hilario que está a punto de largarse a caminar. 


La llegada de un hijo pone la vida en perspectiva. De alguna forma es algo parecido a lo que pasa cuando muere alguien muy querido. La diferencia es que con un hijo uno no tiene tanto tiempo para detenerse a pensar, y en vez de ausencia todo es presencia. Los brazos y el corazón rebozan de vida. Estás mal dormido y metido hasta la coronilla en el presente resolviendo, disfrutando, luchando y aprendiendo, pero sobre todo gozando de una realidad que apenas te creés. Hay alguien en tu vida a quien no podés dejar de mirar. Y ves que a la persona que tenés al lado le pasa lo mismo, y no sos vos a quien mira. Y, para que el ego se haga un festín, te sabés la persona favorita en el mundo de un ser que te adora, que te busca y te celebra siempre. 

Y si bien sigo siendo yo, la misma que busca horizontes, que quiere mirar lejos, que quiere seguir aprendiendo y haciendo porque así entiendo la vida, mucho de lo que quiero ahora para mí en realidad es para Hilario. Es para él que quiero ser mi mejor versión, lo más resuelta posible, para andar lo más liviana que pueda por la vida mientras lo acompaño. Aunque ahora él es quien me acompaña a mí, y es el mejor compañero de viaje que me puede haber tocado en este rol de mamá. Ahora entiendo todo lo que me tocó vivir para llegar acá, y el camino se llena de sentido. 



Con asombro me descubro en una nueva versión de mí misma -y que me gusta mucho más-, en la que vivo consciente de que no tengo suficiente energía ni tiempo para todo, ¡y que la vida es corta cuando uno está dispuesto a disfrutarla mucho! con lo cual me volví más selectiva, y trato de encontrar algo lindo incluso en las cosas que me cuestan. 



No pretendo dar todas las batallas. Prefiero estar en las que valen verdaderamente la pena, que son las menos.  

Este 2018 quiero que la oración de la serenidad sea mi mantra. 

Quiero que los días que vienen me encuentren humilde y sencilla, valiente y serena, consciente y liviana, sonriente y agradecida. Porque, como dice Sabina, de verdad, nos sobran los motivos.